Agenda de las Economías Transformadoras
#agenda-FSMET Proceso de co-costrucción del pacto y de la agenda de acciones transformadoras
POR UNA ECONOMIA PARA LA VIDA
El sentido de urgencia de una transformación integral del sistema que movilizó al FSMET, así como la necesidad de ampliar alianzas, compromisos y acciones hacia una economía para la vida, se han confirmado en este tiempo de pandemia.
Han sido meses en que hemos experimentado hechos complejos y contradictorios, los efectos de la devastación capitalista y neoliberal, expresados en el influjo de un virus capaz de alterar la vida de la población a escala planetaria. Con la pandemia se han desnudado injusticias y desigualdades estructurales, exacerbadas por el predominio de agendas neoliberales de desprotección y mercantilización de la vida, de la salud, de la educación, de la producción de bienes y servicios básicos. Como en otras crisis pero en proporciones inéditas, los hogares -convertidos en centros de trabajo, de educación, de cuidados integrales- y el trabajo de las mujeres han absorbido, con enormes costos humanos, todos los impactos de esta situación.
Por otro lado, el flujo de producción, servicios, relaciones generado por las economías transformadoras en todo el mundo, ha mostrado su capacidad de respuesta en condiciones extremas. Alimentos básicos, insumos y cuidados de salud, entre otros, han sido provistos desde estos entornos. Iniciativas sociales, colectivas, comunitarias, vecinales, en combinación en políticas y recursos públicos en unos casos, han permitido que la vida se sostenga. Se ha hecho evidente la cercanía de las economías transformadoras con los bienes y servicios esenciales, con el tejido económico y social que preserva y reproduce la vida.
Al mismo tiempo, está presente el despliegue y la amenaza de las fórmulas corporativas de manejo de las crisis. Más concentración de grandes fortunas, disputa por modalidades privadas y comerciales de tratamiento de la pandemia, arremetida del capital financiero especulativo, expansión del ‘capitalismo de la vigilancia’ en un mundo confinado y dependiente de la conexión a internet.
Un escenario de incertidumbre ante el que las economías transformadoras confirman hoy las vías de salida. Ética de la solidaridad, justicia económica y ambiental, fortalecimiento de lo público en función del bien común….
Dónde estamos
Bien entrado el siglo XXI, sufrimos todavía las consecuencia de aquella operación política e ideológica lanzada durante los años 80s por los paladines del neoliberalismo, que nos ha tenido encerrados durante decenios en la caja de hierro del There Is No Alternative acuñado por Thatcher, encarnación de esta combinación de conservadurismo moral y neoliberalismo económico que aún hoy perdura y nos atenaza.
La crisis financiera global que explotó en 2007 -fruto, precisamente, de la connivencia de los poderes políticos establecidos con las élites financieras y sus ansias de acumulación de capital- evidencia la necesidad de replantear desde su raíz el orden económico establecido. Multitud de voces anónimas, por todo el planeta, se unen en un clamor que apela a la destitución de los regímenes establecidos, desde los indignados hasta las primaveras árabes, pasando por el movimiento Occupy … y los movimientos populares nacionales de los últimos años, desde Chile hasta el Líbano, así como los de justicia climática.
De la economía de choque a las economías de transformación
A la desmediatización de estos movimientos le acompaña una corriente silenciosa, construida sobre los cimientos del "otro mundo es posible" del movimiento antiglobalización y de otros movimientos de larga tradición histórica como el cooperativismo y las economías comunitarias. Un conjunto de individuos que construyen en el aquí y ahora formas de vivir, formas de hacer economía -de trabajar, de habitar, de consumir, de convivir- establecidas sobre unas bases, materiales y culturales, diametralmente opuestas al régimen del capitalismo tardío, que muestran que hay otras maneras de vivir, a pesar de tener que hacerlo desde los estrechos márgenes que nos cede la economía del capital.
Estas otras economías, que han ido creciendo con fuerza en los últimos años fuera del radar de las élites (y también, desgraciadamente, de las mayorías sociales), se encuentran, pues, en pleno proceso de acumulación de fuerzas. Uno de los principales retos que encontramos en este camino es la falta de un relato común; de una visión de conjunto que permita identificar y combinar las diferentes propuestas, y aglutinarse en relación con un relato más amplio y compartido de transformación socioeconómica.